La capacidad del ser humano para ser engañado, sobre todo en
momentos difíciles, en momentos en que somos vulnerables, es ilimitada.
Se reporta en el periódico de hoy que el negocio de los
adivinadores, los psíquicos, los astrólogos, los que leen las cartas o las
manos y los que se comunican con los muertos, etcétera, está floreciendo. El
artículo da varios ejemplos, uno de ellos el de un corredor de bolsa,
supuestamente un hombre exitoso que diariamente revisa las gráficas de las
acciones para tratar de predecir el movimiento del mercado.
Ustedes, mis amables lectores, deben saber que día a día,
millones de personas tratan de predecir lo que va a pasar al día siguiente, ya
sea en el mercado de acciones, el futuro, el oro, la plata, el platino, los
bienes raíces o si la selección de Brasil le va a ganar a la de Argentina,
Colombia, Uruguay, Paraguay o cualquier otro país. La vida es el constante
adivinar lo que va a suceder en el futuro.
El problema surge cuando un corredor de acciones de bolsa
declara que además de revisar sus gráficas, consulta con su psíquica todos los
días, y que si la psíquica le dice que va a ser un día negativo, inmediatamente
vende sus acciones. Eso es verdaderamente increíble.

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