Por lo
general es muy común ver en otros aquellas cualidades o defectos que o bien nos
gustaría igualar o que nunca quisiéramos tener.
Sin
embargo, hay una gran oportunidad en el poder vernos frente a un espejo y sin
nadie alrededor, mirarnos fijamente y ahondar en nuestros deseos, virtudes y
zonas de oportunidad. Estén atentos a lo que pueden sentir frente a su mirada.
Resulta
triste y decepcionante tener ojos para el resto del mundo, menos para nosotros
mismos.
Mucho más
triste es tener una actitud crítica negativa, de falsa superioridad o de
elemental envidia, disfrazada de racionalidad.
No nos
preocupemos por lo que tengan o disfruten otros, OCUPÉMONOS de
nuestros sueños,
deseos, de nuestra vida y nuestro entorno. Es la única manera que realmente el
resto pueda beneficiarse y avanzar como una gran comunidad más sensible por el
respeto y el desarrollo.
Aprendamos
a valorar los éxitos ajenos, a sentir verdadera alegría por los logros de los
otros. Que nazca el sentimiento positivo de vibrar en éxito, porque sabemos lo
que nos cuesta alcanzar cada pequeño triunfo en nuestra cotidianidad.
No
esperemos al momento perfecto, a tener la cantidad de dinero perfecta, o estar
en la forma perfecta... vayamos construyendo nuestro mundo deseado cada minuto,
cada día, con la esperanza y la convicción de que la cultura del Kaizen es una
contundente realidad, que empieza primero en los seres humanos, luego se aplica
a las comunidades, empresas, países hasta agrupar a todo el planeta.
Sobre todo
estemos claros en quienes somos, lo bueno que tenemos, qué debemos reforzar y
el legado que deseamos dejar por el paso de nuestra vida.
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