Tenemos un
maravilloso don que nos ha otorgado la vida y que nos hace volar por
inimaginados cielos en lugar de caminar en medio de rocas oscuras y adversas.
Sólo con cerrar nuestros ojos podemos cambiar nuestra realidad e incluso al mundo
entero. A este bienaventurado don tenemos el honor de llamarle: Soñar. Algúnos
pueden decir que soñar sólo es un atributo de las personas románticas ingenuas,
otros dirán que es un acto biológico inconsciente al dormir, pero lo cierto es
que soñar es uno de los más bellos idilios que podemos vivir con las alas del
alma.
Metas y
Objectivos de la vida
Cuando
éramos niños, siempre soñábamos con que nuestros juguetes tomaban vida y nos
convertían en quienes queríamos ser: astronautas, bomberos, doctores,
bailarinas, cantantes, súper héroes… Pero con el tiempo, empezamos a olvidar la
fantasía y nos quedamos en aquel cuartito lúgubre en donde sólo cabe la
realidad que han planeado para nosotros. Nos acostumbramos a vivir en el día a
día y nos dejamos absorber por una rutina que nos agota y nos hace pensar que
no servimos para nada, que todo lo hacemos mal y que estamos solos en esta
tierra que sólo sabe destruirnos como seres humanos. Miramos atrás y nos damos
cuenta que hemos hecho tantas cosas, pero a la vez no hemos hecho nada… Nada de
lo que soñamos, nada de lo que nos hacia fantasear y reír como si estuviésemos
al borde de un ataque de locura.
¿Recuerdas
cuales eran tus sueños?
Lo más
probable es que sí. Y lo más probable es que ahora digas que no los has podido
cumplir porque encontraste mil y un obstáculos en tu camino que no te dejaron
progresar. Dirás que fue falta de dinero, falta de oportunidades, falta de
apoyo y, en últimas, lo que de verdad faltó fue convicción. Los seres humanos tenemos
una pasmosa facilidad para refugiarnos en las circunstancias y librarnos de
toda responsabilidad que nos acuse de no haber hecho las cosas como queríamos.
No hay
excusas ni obstáculos verdaderos más que los que les imponemos a nuestros
propios sueños. Nunca nadie ha dicho que lograr lo que soñamos sea fácil, ello
sólo es tarea de valientes, no de cobardes, de ahí que, nunca lograremos nada
si seguimos con actitudes derrotistas que nos anuncian una pérdida sin tan
siquiera empezar la batalla. Hay mil y un historias que podemos encontrar de
personas que han iniciado desde cero –incluso desde menos- pero nunca se han
detenido y a pesar de las adversidades, de las noches de lágrimas, de los
instantes en los que se llegó a pronunciar un “no puedo más”, siguieron
adelante con la mirada altiva y el corazón orgulloso de bajar las estrellas del
cielo para buscar un mejor sendero de vida.

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